Se entiende como un dolor que aparece en regiones musculares con la que hemos realizado un esfuerzo. Suelen aparecer horas después de dicho esfuerzo, alcanzando su máxima intensidad entre 24 y 72 horas post-ejercicio.

Lo más característico de este dolor suele ser una disminución del rango de movilidad, dolor al tacto, rigidez y pérdidas de fuerza.
Existen varias teorías y mitos acerca de ellas y como mitigar sus efectos. La más común es la teoría de qué ejercicios intensos pueden provocar un aumento del acido láctico que posteriormente se cristaliza y queda en los músculos. Por lo que presiones cutáneas sobre estos “cristales” pueden provocar el dolor que nosotros llamamos agujetas.
En respuesta a esta teoría, el 80% del acido láctico formado durante el ejercicio, se acumula dentro de las fibras musculares y solo un 20% queda fuera. Además se ha demostrado que desde los minutos iniciales en el que cesamos la actividad deportiva hasta una hora después, el ácido es eliminado por completo del cuerpo o resintetizado en glucógeno muscular.
Dicho esto, queda claro que el mito de agua con sal y limón para “deshacer los cristales “ carece de sentido ya que no quedan restos de ácido láctico, supuesto creador de estos cristales, tras 1 hora de ejercicio.

¿Entonces? ¿Cuál es el verdadero motivo de las agujetas?

Se puede decir que se trata de una suma de factores; como ejercicios que crean una gran tensión mecánica en nuestros músculos ,que en personas no entrenadas puedan causar rupturas de estructuras musculares. La fase excéntrica de los ejercicios suelen ser la que más provocan este tipo de daños estructurales Ej. Sentadilla en la fase de bajada, zancadas o lunges cuando bajamos, etc.
Como respuesta fisiológica al daño en las estructuras, anteriormente mencionado, se produce una migración de células inflamatorias hacia el lugar de la lesión, estas células pueden contribuir al dolor “agujetas” al actuar sobre los nociceptores musculares( los encargados de provocar dolor en el cuerpo).
¿Como podemos prevenirlas?
La mejor prevención es adecuar las cargas de trabajo a nuestra condición física, evitando cambios bruscos de intensidad, ejercicios o volumen de entrenamiento. El tratamiento idóneo para las agujetas son los antiinflamotorios no esteroides, se ha demostrado que puede atenuar el dolor y mitigar la pérdida de fuerza.
En resumen podríamos decir que las agujetas son pequeñas microroturas de las fibras musculares, debido a cargas de trabajo para las que no estamos preparados. Por ello tener agujetas no es sinónimo de haber entrenado mejor, sino todo lo contrario, es que no hemos progresado adecuadamente en nuestras cargas de entrenamiento.
Por lo que siempre se recomienda acudir a un entrenador personal titulado, que te guíe con las cargas adecuadas para que experiencia con el entrenamiento sea lo más saludable posible.